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La pandemia silente: la falta de vitamina D

La falta de vitamina D está íntimamente ligada al nivel de gravedad del Covid-19. Además afecta a otros sistemas, creando enfermedades de huesos, cartílagos y músculos. También disminuye la capacidad de respuesta del sistema inmunológico.

La carencia de vitamina D está relacionada con los problemas degenerativos del sistema nervioso, así como en la aparición y evolución del cáncer. Se le llamó inicialmente “vitamina” por desconocimiento, y luego se generalizó dicha denominación. En realidad, se trata de una pre-hormona que activa al organismo en todas sus funciones.

Ya hablé hace más de una año, al principio de la pandemia, sobre la relación entre el Covid-19 y la vitamina D3. Los niveles de vitamina D encontrados en pacientes post-Covid eran de menos de 10 ng/DL, cuando lo óptimo estaría entre los 25 y 40 ng/DL.

En los análisis que vi en mi consulta, entre personas sanas, había valores por debajo de 15 ng/DL. Esto indica que la epidemia sin síntomas más grande no descrita es la hipovitaminosis D.

Los bajos niveles de vitamina D son responsables, en parte, de que el Covid-19 haya causado tantos estragos en la población. Necesitamos esa pre-hormona para defendernos, por eso caemos como moscas ante las amenazas.

¿Por qué nos baja la vitamina D? ¿Es suficiente con tomar el sol?

Es un tema muy debatible, pero, por lógica, las capacidades van disminuyendo durante la vida. La vitamina D se produce en riñones e hígado o viene del exterior con la alimentación. En cualquier caso, se activa en la piel. Su capacidad de producción no será igual a los 25 que a los 55 años. A estas últimas edades, ya no es suficiente con tomar el sol. La suplementación debe hacerse de forma obligatoria, para prevenir desgracias posteriores.

¿Hay déficit de vitamina D en los países con mucho sol?

Los países más tropicales y soleados no escapan al problema. Esto sucede porque, en ocasiones, la cantidad de vitamina D producida es insuficiente para su nivel de uso biológico. Entonces, se hace indispensable la suplementación.

Se pueden tomar suplementos como aceite de hígado de bacalao, omega 3 y cápsulas de vitamina D2 y D3, una vez cada 15 días, o hidroxicalciferol en cápsulas, gotas o inyecciones, siempre bajo prescripción médica.

También comer más pescados grasos como salmón, caballa, merluza, bacalao, emperador o pargo. Caminatas al aire libre menos una hora diaria cada día o introducir en la dieta frutos secos, tales como sésamo, almendras, nueces y leche de coco.

No olvides limitar el consumo de carne roja (no más de una vez por semana) y eliminar el consumo de tóxicos como el tabaco.

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